El hígado es un órgano vital, necesario para el metabolismo y la desintoxicación de todo lo que ingresa a nuestro cuerpo: alimentos, medicamentos, alcohol y toxinas. Lleva una carga grande. Las células del hígado deben producir una amplia variedad de <denzimas, capaces de descomponer los nutrientes (p. ej., las grasas y proteínas dietarias) y las toxinas potenciales, y a la vez producir energía y desarrollar cientos de compuestos esenciales, como proteínas, carbohidratos o grasas para nuestras células. El hígado conserva azúcar y vitaminas y libera lo que se necesita. Un hígado dañado puede producir graves consecuencias para la salud. Afortunadamente, las células del hígado, los hepatocitos, contienen sistemas de reparación internos que constantemente combaten los radicales libres y reconstruyen los componentes celulares dañados. Sin embargo, cuando estos sistemas que se preservan a sí mismos se ven recargados por la exposición excesiva, puede ocurrir un daño.

La hepatitis (inflamación del hígado) y la cirrosis (cicatrización del hígado) pueden ser provocadas por infecciones (p. eg., hepatitis), radiación, alcohol y otras toxinas (p. ej., pesticidas, metales pesados, venenos), cálculos biliares (colestasis), dieta deficiente, medicamentos recetados, o cáncer.

La enfermedad de hígado graso no alcohólico (EHGNA) afecta a alrededor del 30 % de la población de EE. UU. y está asociada con la obesidad, la diabetes del tipo 2, la hiperlipidemia y la resistencia a la insulina. Algunas personas que padecen de EHGNA desarrollan inflamación (esteatosis), lo cual podría derivar en cirrosis.

La hepatitis está asociada con el aumento de las enzimas en el hígado, lo cual se diagnostica con un laboratorio de rutina. Generalmente, cuando la sustancia atacante se detiene, las enzimas del hígado vuelven a la normalidad. Sin embargo, cuando esta no lo hace, podría ser necesario tomar suplementos, pues el tratamiento médico convencional es bastante limitado. A veces, la persona debe seguir tomando la medicación que le ataca por más que esta le esté provocando un aumento de las enzimas del hígado. Se pueden usar los suplementos para restaurar las funciones normales del hígado, por ejemplo, reforzando la provisión de antioxidante , para permitir que la persona siga tomando el medicamento que necesita.

Mientras el hígado lucha por recomponerse, se van formando cicatrices que afectan las funciones del hígado (cirrosis). Si la cirrosis avanza sin ser controlada, esta puede poner en riesgo la vida. Las causas más comunes de la cirrosis hepática son el virus de hepatitis C, las enfermedades del hígado relacionadas con el alcohol, la enfermedad de hígado graso no alcohólico y la hepatitis B.

Para contribuir con un mejor funcionamiento, combatir las lesiones y recuperar el hígado, los siguientes suplementos pueden ser bastante útiles: S-adenosilmetionina (SAM-e), betaina, polieno fosfatidilcolina, Schisandra, bupleurum, Rhodiola, cardo mariano, curcumina, y fórmulas herbarias chinas.

Evaluación de la investigación de los suplementos para las enfermedades del hígado

Antes de aprobar la realización de estudios clínicos en seres humanos, se requiere investigar con animales y tejido. Sin embargo, hay que tener cuidado de no pasar de efectos positivos en roedores a efectos potenciales en seres humanos, especialmente en los estudios del hígado, ya que existen diferencias biológicas entre el hígado del roedor y el hígado humano. 

1. S-adenosilmetionina (SAM-e)

La SAM-e es un metabolito completamente natural que se encuentra en todas las células del cuerpo, donde participa en más de cien vías bioquímicas. Como la SAM-e es una molécula altamente interactiva, esta se oxida rápidamente al ser expuesta al aire. Para garantizar su total efectividad, el consumidor solo debe adquirir productos con SAM-e de la más alta calidad.

Numerosos estudios han demostrado que la SAM-e mejora la función del hígado y revierte las pruebas de función anormales en los pacientes con cirrosis o hepatitis provocada por el alcohol, drogas, toxinas, infecciones o cálculos biliares (incluso durante el embarazo). La SAMe es esencial para formar el glutatión, un potente antioxidante que contrarresta los ataques de los radicales libres. El SAMe también puede prevenir o revertir el funcionamiento anormal del hígado a causa de medicamentos (p. ej., antiespasmódicos, antidepresivos y estabilizadores del estado de ánimo). En un estudio de dos años de la cirrosis del hígado inducida por el alcohol, en casos Child clase A y clase B, 1200 mg/día de SAM-e aumentó la supervivencia y retrasó transplantes de hígado . 

Fomento de los efectos protectores de la SAM-e en el hígado

Si el daño del hígado es mayor, más de tres veces del nivel normal indicado en las pruebas de las funciones del hígado, se pueden usar ciertos suplementos para aumentar los beneficios de la SAM-e. 

La betaína (trimetilglicina) deriva del aminoácidoglicina. Las fuentes de betaína están en los alimentos ingeridos y la síntesis realizada por el hígado. Estudios en roedores muestran que la betaína puede detener o revertir el daño del hígado. La betaína puede aumentar los efectos de la SAM-e aumentando aún más la protección del glutatión y mejorando la capacidad del hígado de descomponer las grasas. Dado que existen diferencias entre el metabolismo del hígado de los roedores y el de los seres humanos, es necesario realizar estudios clínicos de tratamientos con betaína a largo plazo para demostrar su valor potencial en el manejo de la esteatohepatitis no alcohólica (EHNA) y la hepatopatía alcohólica.

La polienilfosfatidilcolina aumenta las reservas de SAM-e del hígado, ayudando a mantener el suministro de SAM-e para apoyar la recuperación del hígado. 

Las vitaminas B son cofactores necesarios en el metabolismo de la SAM-e. Si la SAM-e se está consumiendo más rápido, también se necesitan más vitaminas B para mantener los niveles de SAM-e.

2. Ácido alfa lipoico (ALA)

En estudios del hígado realizados en roedores, se ha demostrado que el ácido alfa lipoico (ALA) aumenta los antioxidantes y mejora el perfil de lípidos. Aunque la suplementación con ALA mejoró la resistencia a la insulina en suero y los niveles del regulador de la respuesta inmunológica en las pruebas en humanos, hasta el momento, no se ha demostrado que mejore las enzimas hepáticas en suero y los depósitos de grasa excedente en el hígado (esteatosis) en pacientes con la enfermedad de hígado graso no alcohólico (EHGNA). 

3. Bupleurum kaoi

ElBupleurum kaoi posee los siguientes efectos hepatoprotectores: antiinflamatorios, antifibróticos, producción de glutatión mejorado y regeneración de las células hepáticas. Los compuestos herbarios chinos que contienen Bupleurum podrían ayudar a reforzar la salud del hígado. Es menos probable que los suplementos elaborados en Taiwán contengan contaminantes. 

4. Cardo mariano (Silybum marianum)

El cardo mariano tiene una larga trayectoria de uso medicinal. Resultados de estudios en roedores presentan acciones prometedoras, entre estas, propiedades antiinflamatorias, inmunoregulatorias, antifibróticas, antioxidantes y reparadoras del hígado. En animales, la silimarina, el complejo activo que se encuentra en el cardo mariano, redujo el daño del hígado por el alcohol, el acetaminofén, el exceso de hierro, la radiación y otras toxinas. El cardo mariano se puede probar para aumentos muy leves en pruebas de función del hígado o en combinación con otros suplementos hepatoprotectores. Se necesitan más pruebas clínicas para determinar los beneficios en las enfermedades hepáticas. 

5. Schizandra (Schizandra chinensis)

Estudios preclínicos (estudios en células y animales) demuestran que los extractos de schizandra protegen el hígado del daño químico sintético (xenobiótico). La actividad enzimática del hígado, la antioxidación, antinflamación y aceleración de la regeneración del hígado participan de los mecanismos protectores de estos extractos. Estudios clínicos han demostrado que las drogas derivadas de la schizandra inhiben el aumento de los niveles de enzimas hepáticas en suero inducido por drogas. En China, las drogas a base de fruto de schizandra (Schisandra chinensis o Schisandra sphenanthera) o de análogos sintéticos de la schisandrina C, comúnmente se prescriben para el tratamiento de lesiones del hígado provocadas por drogas. En un estudio en roedores, el extracto de schizandra previno y revirtió el exceso de acumulación de lípidos causado por el daño de las células del hígado (hepatocitos) inducido por el alcohol. 

6. Rhodiola 

Se ha hallado que más de 20 subespecies de Rhodiola crecen en climas muy fríos, especialmente en altitudes elevadas. Algunas han sido estudiadas a fondo como adaptógenos, hierbas que contienen muchos compuestos bioactivos con una amplia gama de efectos terapéuticos. Entre las que presentaron propiedades hepatoprotectoras, solo unas pocas han sido probadas en humanos. Gran parte de la Rhodiola disponible en el mercado actualmente proviene del cultivo a gran escala.

Rhodiola rosea (raíz de oro, raíz ártica)

Más de cuarenta años de investigaciones de estudios en animales y humanos avalan los beneficios para la salud de la Rhodiola rosea. Muchos estudios en animales y en tejido del hígado han demostrado que los extractos de raíz de Rhodiola rosea poseen potentes efectos antioxidantes, antiinflamatorios, antiestrés y antitóxicos, incluyendo la protección contra los efectos tóxicos de las medicaciones. 

Rhodiola imbricata y Rhodiola sachalinensis

Estudios en roedores indican que la Rhodiola imbricata, una especie que crece en los Himalayas, posee efectos hepatoprotectores. La Rhodiola sachalinensis protegió contra la citotoxicidad de la tacrina en un estudio en célula hepática. Se necesitan más estudios clínicos y en animales para determinar si estas subespecies pueden ser efectivas en humanos.

7. Curcumina de cúrcuma (Curcuma longa)

La curcumina, antiguo ingrediente medicinal, es una extracto de la cúrcuma. Estudios muestran que posee efectos antiinflamatorios, antifibróticos y antineoplásticos. La investigación fue limitada, ya que las preparaciones de curcumina que se tomaban por boca tenían una biodisponibilidad limitada, lo cual significa que no se absorbía bien en el cuerpo. 

Se están usando en estudios de investigación nuevas preparaciones con mejor biodisponibilidad. Por ejemplo, en un ensayo controlado por placebo doble ciego al azar, los pacientes que padecían la enfermedad de hígado graso no alcohólico (EHGNA) recibieron una fórmula de curcumina de dispersión amorfa (500 mg/día equivalentes a 70 mg de curcumina) o placebo equivalente por 8 semanas. La curcumina fue asociada con una reducción del 78,9 % en el contenido de grasa en el hígado frente a una mejora de solo el 27,5 % en el grupo placebo. Quienes recibieron la curcumina también presentaron reducciones importantes en el índice de masa corporal y en los niveles en suero de colesterol total, colesterol de lipoproteína de baja densidad, triglicéridos y enzimas hepáticas (aspartato aspartato aminotransferasa, alanina aminotransferasa) en comparación con el grupo placebo. La curcumina era segura y fue bien tolerada. Un segundo estudio en pacientes con EHGNA confirmó que la curcumina redujo los lípidos en suero y las enzimas hepáticas.

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