Usted está bien informado acerca de la relación entre el aceite de pescado y la salud del corazón, pero esa es solo la punta del iceberg en lo que respecta a estas grasas saludables. Los omega 3 son fundamentales para la función del sistema inmunitario. En este artículo, analizamos la relación entre los ácidos grasos omega 3 y la inmunidad desde una perspectiva celular y del desarrollo

‌‌‌‌Los omega 3, el embarazo y el desarrollo 

La importancia de los ácidos grasos omega 3 durante el embarazo y el desarrollo temprano del niño se ha enfocado en el rol del ácido docosahexaenoico (DHA) en la salud del cerebro, pero es importante señalar que estos también son fundamentales para el funcionamiento adecuado del sistema inmunitario. 

Este rol crucial se evidenció en un estudio del año 2011. Las mujeres que se suplementaron con 400 mg de DHA durante el embarazo mostraron una reducción en los resfriados contraídos por sus bebés en la etapa temprana de sus vidas. La frecuencia con la que se produjeron los síntomas del resfriado fue un 24 % menor a la edad de un mes entre los bebés cuyas madres tomaron DHA. A los 3 meses de edad, el tiempo que los niños en el grupo del DHA pasaron enfermos se redujo en 14 %. A los 6 meses, los niños en el grupo del DHA experimentaron menor duración en los procesos de fiebre, secreción nasal, dificultad para respirar, sarpullido y "otras enfermedades". Los períodos con dificultad para respirar se redujeron en 54 %.1 

Estos resultados no son sorprendentes. Son solo otra adición a la creciente evidencia que resalta los roles fundamentales que los ácidos grasos omega 3 de cadena larga, EPA y DHA, desempeñan en la salud humana y el desarrollo adecuado de los niños.

La importancia del estudio del año 2011 radica en que indicó el potencial de los ácidos grasos omega 3 en el desarrollo del sistema inmunitario del tracto respiratorio. Además de un mayor riesgo de contraer infecciones en las vías respiratorias altas, la alteración de la función inmunitaria en las vías aéreas también podría producir asma. Con los índices de asma en la infancia subiendo desenfrenadamente, varios estudios han explorado el vínculo entre los niveles de los ácidos grasos omega 3 durante el embarazo y el riesgo de desarrollar asma en la niñez. 

En un estudio del año 2016, investigadores en Dinamarca evaluaron el efecto de la suplementación con aceite de pescado en las mujeres embarazadas que presentaban riesgo de que sus hijos desarrollaran respiración sibilante persistente y asma. A un total de 736 mujeres embarazadas en su tercer trimestre se les administró ya sea 2.4 g de ácidos grasos omega 3 del aceite de pescado (55 % EPA y 37 % DHA) o un placebo (aceite de oliva) a diario. Se hizo un seguimiento por cinco años a un total de 695 niños de estas mujeres. El riesgo de desarrollar respiración sibilante persistente o asma en el grupo del aceite de pescado fue 31 % menor en comparación con el grupo de placebo (aceite de oliva) después de cinco años. La suplementación con aceite de pescado también fue asociada con una reducción del 25 % en el riesgo de desarrollar infecciones en el tracto respiratorio.

Un análisis complementario realizado en estos niños en el año 2020 mostró algunos resultados interesantes. Los investigadores esperaban ver diferencias en los microbiomas de los niños y sus madres con la suplementación de aceite de pescado. Se denomina microbioma a una colección de ADN microbiano de estas muestras, y se sabe que este ejerce una gran influencia sobre el sistema inmunitario. Los investigadores no encontraron cambios en el microbioma intestinal entre los dos grupos, pero sí encontraron cambios en la diversidad general del microbioma en el tracto respiratorio, lo que podría ayudar a proteger el sistema inmunitario del asma y la infección.3 

‌‌‌‌Los omega 3 y las membranas celulares

El aspecto más significativo respecto a la manera en que los omega 3 mejoran la función inmunitaria podría ser a través de sus efectos en las membranas celulares, incluyendo a los glóbulos blancos. 

Cada célula en el cuerpo necesita homeostasis: un ambiente interno constante. Y tener una membrana celular saludable, la pared entre el interior de la célula y el exterior, es clave. Sin esta membrana, las células pierden su capacidad de retener agua y nutrientes vitales, además de su capacidad de comunicarse.

Las membranas celulares están compuestas principalmente de ácidos grasos provenientes de la dieta. Como resultado, la composición de las membranas celulares —y la estructura, función e integridad resultantes— pueden ser influenciadas por los cambios nutricionales. Una dieta compuesta mayormente de grasa saturada, colesterol y ácidos transgrasos produce membranas celulares que tienen una naturaleza mucho menos fluida que las membranas de las personas que consumen niveles óptimos de grasa monoinsaturada, EPA y DHA de los aceites de pescado.

‌‌‌Los omega 3 y los glóbulos blancos

Además de su rol fundamental en la salud de la membrana celular, los ácidos grasos omega 3 también han demostrado que tienen un efecto sobre la función inmunitaria al:

  • Regular la expresión génica de los glóbulos blancos, lo que ayuda a mantener una adecuada función inmunitaria.
  • Reducir la producción de compuestos inflamatorios que pueden dañar el sistema inmunitario.
  • Mejorar la manera en que las células inmunitarias se comunican entre ellas, produciendo también una mejora en el funcionamiento del sistema inmunitario.

‌‌‌‌Los omega 3 y la producción de prostaglandina

El cuerpo transforma el EPA y DHA de los ácidos grasos omega 3 en compuestos conocidos como prostaglandinas, que actúan como importantes mediadores en la ejecución muchas funciones corporales, incluyendo la regulación de la inflamación.4 Estas prostaglandinas también ayudan a mantener la presión arterial y regulan la función cardíaca, digestiva y renal.

Debido a estos efectos de las prostaglandinas y de los compuestos relacionados, los omega 3 pueden hacer de mediadores en muchos procesos fisiológicos, haciendo que sean útiles para promocionar la salud en cada tejido del cuerpo. 

En lo que respecta a la función inmunitaria, los ácidos grasos omega 3 son muy importantes para controlar el sistema inmunitario y evitar que se vuelva hiperactivo, tal y como sucede en lo que se conoce como "tormenta de citocinas". El EPA y DHA son parte de los recursos del cuerpo para resolver la inflamación excesiva y el daño a los tejidos rápidamente. En los puntos de inflamación, el EPA y DHA son convertidos enzimáticamente a mediadores proresolutivos especializados (SPM), conocidos como resolvinas y protectinas.5 

Estas moléculas solucionan la inflamación y protegen a las células del daño. Los suplementos nutricionales que contienen antioxidantes , EPA y DHA han sido usados en varios ensayos en humanos a fin de verificar si mejoran la función pulmonar en los pacientes hospitalizados con graves trastornos en el tracto respiratorio. Un análisis de todos estos ensayos publicado en la revista Cochrane en el año 2019, identificó una mejora clínica considerable en la función pulmonar y la oxigenación de la sangre con esta estrategia nutricional.6 

Estos resultados reflejan el importante rol de los omega 3 en la protección contra la inflamación y las lesiones pulmonar mediante su conversión a resolvinas.

‌‌‌‌Recomendaciones para suplementos de aceite de pescado

Uno de los principales avances en la medicina nutricional ha sido el desarrollo de los suplementos de aceite de pescado que contienen formas altamente concentradas de omega 3 y que a la vez están libres de peróxidos lípidos, metales pesados y contaminantes del ambiente. Estos suplementos de “grado farmacéutico” están revolucionando la medicina nutricional.

La dosis recomendada, para la salud general y el período de embarazo, es de 1000 mg de EPA y DHA a diario. Lea la etiqueta cuidadosamente: usted necesita 1000 mg de EPA y DHA, no 1000 mg de aceite de pescado. Cuando el cuerpo se enfrenta a la inflamación o a los niveles elevados de lípidos en la sangre, la dosis recomendada es usualmente 3000 mg de EPA y DHA al día

Conozca más acerca de los ácidos grasos omega 3.

Referencias:

  1. Imhoff-Kunsch B, Stein AD, Martorell R, et al. Prenatal docosahexaenoic acid supplementation and infant morbidity: randomized controlled trial. Pediatrics. 2011;128(3):e505-e512. 
  2. Bisgaard H, Stokholm J, Chawes BL, et al. Fish Oil-Derived Fatty Acids in Pregnancy and Wheeze and Asthma in Offspring. N Engl J Med. 2016 Dec 29;375(26):2530-9. 
  3. Hjelmsø MH, Shah SA, Thorsen J, et al. Prenatal dietary supplements influence the infant airway microbiota in a randomized factorial clinical trial. Nat Commun. 2020 Jan 22;11(1):426.
  4. Innes JK, Calder PC. Omega-6 fatty acids and inflammation. Prostaglandins Leukot Essent Fatty Acids. 2018 May;132:41-48. 
  5. Chiang N, Serhan CN. Specialized pro-resolving mediator network: an update on production and actions. Essays Biochem. 2020 Sep 23;64(3):443-462. 
  6. Dushianthan A, Cusack R, Burgess VA, Grocott MP, Calder PC. Immunonutrition for acute respiratory distress syndrome (ARDS) in adults. Cochrane Database Syst Rev. 2019;1(1):CD012041.